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Estaba Janeth esmerada
haciendo gelatinas,
pues sus clientes esperaban,
cuando llegaron dos catrinas.
Con guadañas relucientes,
le dijeron: "es tu momento",
"¡No me asusten a los clientes!",
replicó con descontento;
Aún me quedan dos pedidos
y una fiesta de disfraces,
no son seres tan malvados,
catrinitas audaces.
Entonces acordó,
gelatinas les daría
a cambio del perdón,
pero la más glotona,
ciega de emoción,
de un mordisco se la llevó.
Evelyn Virosc | Zapopan, México.