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Una fría mañana,
mientras Laura jugueteaba
con sus quince perrihijos,
pues a todos adoptaba,
La huesuda apareció
anunciando su deceso.
Laura suplicaba
con sus bendiciones la dejará.
La calaca carcajeó,
los dientes castañeó,
agitando la guadaña sentenció;
"¡Te llevaré al panteón!"
Los perrihijos alertados,
a la huesuda mordisquearón,
pues con tantos huesitos,
un banquete se habrían dado.
La huesuda en rendición
a Laura declaró:
"te borro de mi lista,
quítame a este pelotón".
Con sus perros y gatos,
Laura al fin se quedó
y la muerte sin el fémur
que un perrito le quitó.
Evelyn Virosc | Zapopan, México