Encontré mi musa, andando por ahí, tras un mostrador... muy cotidiano.
Como esas veces en que no esperas, ni buscas, ni piensas nada, en cambio, te encuentras tan vacía como para ser llenada, todo fluye.
Ya no tienes tus puños prestos, tus manos están abiertas, listas para recibir, descansadas de la fuerza antes ejercida para no soltar. Dispuestas a tomar con amor y suavidad la belleza que se te pueda prestar.
Hacía tiempo que las ideas no fluían, dejé de escribir, pues ya nada inspiraba.
Y me encontré así, con esos grandes ojos almendrados, nariz perfilada, unas curvas en sus labios y una media sonrisa que al esbozarla se dibujan hoyuelos en sus mejillas como acentuando su belleza.
Cierto, su mirada se aprecia con un matiz grisáceo, baja como buscando respuestas a ese nivel o como si se empeñara en ocultar algo ante los demás. Como si fuera un secreto que el universo es bello como resultado del caos. Que cualquier situación caótica, aviva la llama del progreso.
¿Quién en su sano juicio querría escapar a tan semejante y asombrosa sincronía?
Suerte que siempre he sido de ver los colores en la vida pese a los turbios.
Yo le miro, le recuerdo, le traigo a mi mente y le eternizo con una fluidez que escapa de mi alma. Mi mente y mi corazón, dictan a mis dedos palabras sin cesar.
Al fin de cuentas, eso... eso es una musa.
Al verle siento un poco de quietud, de esa quietud que antecede una tormenta.
Trae consigo una calma, que me hace cuestionar ¿que hay de sus demonios?
Hay cosas que se saben, cosas que aún no se saben y otras tantas que no se deben saber, así que me enfoco en eso que por años ha sido mi fortaleza y debilidad; la sonrisa.
¡Esa su sonrisa y sus mil formas, me habla de una belleza genuina!
Me han visitado miles de sonrisas, algunas se han quedado a habitar, otras tantas pasan provocando acrobacias a mis emociones, pero, esta es particular.
Creo que es de las bellezas que más vale nunca tocar, de esas que solo hay que contemplar desde tu sitio, permitirle que toque tu alma y ayudarte a crear.
Dicen que los ojos son las ventanas del alma, yo digo que la sonrisa debe ser un gran portal.
Barby Funes | Guadalajara